Decidí dar la vuelta al mundo andando… hasta que descubrí que existía el avión. Y que los mosquitos tienen pasaporte.
Viajar sin perder los pies
Dar la vuelta al mundo andando suena épico… hasta que el segundo día te das cuenta de que llevas tres ampollas, la camiseta parece un ambientador usado y un mosquito te ha declarado la guerra.
El día que me creí Marco Polo
Todo empezó en la barra del bar. —Si te vas andando, vives la experiencia de verdad— me dijo el pesado de Santi, que no distingue entre aventura y tortura. Yo, con dos cañas y mucha dignidad, dije “pues venga”. Error.
A la media hora de viaje, un perro me persiguió, la mochila pesaba como si llevara dentro a mi suegra y un niño me preguntó si estaba haciendo penitencia. Y yo aún sin salir del barrio.
Los mosquitos también hacen turismo
Segundo día. Camino por un descampado, feliz, hasta que noto algo en el tobillo. Picadura. Otra. Y otra. Resulta que los mosquitos habían organizado su propio congreso internacional… en mis piernas.
Ahí entendí que, mientras yo iba andando, ellos viajaban en business.
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La epifanía aérea
Fue en ese momento, rascándome como si tuviera pulgas, cuando vi pasar un avión. Blanco, brillante, con gente dentro bebiendo refrescos y viendo pelis. Y pensé: ¿pero qué hago yo aquí, oliendo a repelente barato, cuando podría estar ahí arriba comiéndome unas patatas a 10.000 metros de altura?
Ese fue el instante en que decidí: la vuelta al mundo mejor la hago en avión. Sin ampollas. Sin perros. Sin mosquitos… o eso creía.
Porque los mosquitos vuelan más que tú
Spoiler: en Tailandia, en Brasil y hasta en un hotel de París… ellos estaban ahí. Como si me hubieran seguido en Google Maps. Por suerte, llevaba un dispositivo para tratar mordeduras y picaduras que encontré antes de salir. Pequeño, ligero, más útil que un mapa y sin olor a farmacia antigua.
Lo usaba y en segundos el picor se iba, como si el mosquito se hubiera dado por vencido. Básicamente, me salvó más que el seguro de viaje.
Moraleja con billete de ida
Si vas a dar la vuelta al mundo… hazlo en avión. Y lleva algo contra las picaduras, porque la globalización también es de los insectos.
Si algún día te cruzas conmigo en el aeropuerto y me ves rascando… no es estrés. Es que olvidé mi salvavidas portátil. ¿Y tú? ¿Andando o en avión? Cuéntamelo en los comentarios, pero sin picarte… salvo que sea de risa.