Vacaciones sin drama o quédate en casa

¿Solo sales una vez al año y vienes a imponer reglas en la playa? Esta historia con mucho humor y algo de sudor te recordará por qué nadie quiere viajar contigo. Normas absurdas, estrés y un reloj que me salvó.

El comienzo del desastre (el drama eres tú)

No hay nada más ridículo que ahorrar 11 meses para acabar gritando en chanclas.

Y sin embargo… ahí estábamos.

Yo, mis ilusiones, mi mochila de Decathlon y un vagón lleno de gente que confundía “vacaciones” con “campamento militar”.

Minuto uno:

—“¡Eso no se pone ahí!”
—“¡Aquí se habla bajo!”
—“¿Y si el niño se cae?”
—“Yo me siento aquí, que lo dice la app.”

Una señora con visera y cara de “he venido a juzgar” me miraba como si llevara dinamita en la riñonera.

Y todo esto antes de que arrancara el tren.

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No exagero.

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Y entonces, lo supe:

👉 No hay infierno como irse de vacaciones con gente que se toma en serio… las vacaciones.

Pequeño flashback para que sufras conmigo

Hace dos años, me gasté un dineral en un retiro rural. Naturaleza, silencio, zen… o eso decía el folleto.

A los diez minutos de llegar:

Una mujer con botas de montaña y gafas de ciclista me dijo:

—»Aquí caminamos en silencio. Y sin móviles.»

Le respondí con la mirada más zen que pude:
—“Claro, campeona. ¿Quieres también que respire al ritmo que digas tú?”

No aguanté ni una noche.
Me fui al bar del pueblo. Ahí sí me dejaban hablar.

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¿Y ahora qué tiene que ver todo esto con el SmartWatch?

Porque este año me llevé algo distinto.

Un SmartWatch.
No porque sea deportista (a duras penas hago estiramientos al buscar el mando), sino porque necesitaba un aliado contra la estupidez vacacional.

Mientras la señora gritaba “¡Aquí no se come helado!”, mi SmartWatch me decía:

—»Pulso elevado, respira.»
—»Zona de estrés alcanzada.»
—»¿Quieres iniciar modo mindfulness?»

¿Sabes qué hice?

Le di al botón.

Respiré.

Y me imaginé a esa señora viendo cómo su croissant se le caía al suelo en cámara lenta. Con música épica.

Volví a sonreír.

El SmartWatch no es magia. Pero casi.

No me solucionó el drama del tren.
Ni impidió que un niño me clavara un palo en la pierna en la playa.
Pero me hizo recordar algo clave:

👉 No tengo que entrar en todos los teatros donde venden drama.

Solo tengo que mirar mi muñeca.

Y reírme.

Y si eso, respirar antes de estrangular a alguien.

Lecciones para viajeros con tendencias homicidas:

1. Si solo sales una vez al año, no seas policía de vacaciones. Nadie te va a dar una medalla por regañar a extraños.

2. Si alguien quiere desayunar pizza en la playa… déjale. Igual es italiano y está viviendo su mejor vida.

3. Si te sube el pulso, mejor que sea de risa. Y si no, tu reloj lo sabrá antes que tú.

¿Te has cruzado con alguien así en vacaciones?

Ese personaje que te arruina el viaje en cuanto se sube al avión.

Cuéntame abajo en los comentarios tu historia, que nos reímos juntos.

Y si eres tú el que dice frases como:
👉 “Aquí no se juega a las cartas”
👉 “Yo siempre madrugo en vacaciones”
👉 “El móvil no se usa en la mesa”

Te dejo este enlace…
Para que te compres un Apple Watch y te controle los niveles de mandonería. 😏

📎 Échale un ojo (sin dramas, solo si quieres)


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