Protagonistas de un chiste sin gracia

Descubrieron los personajes que estaban incluidos en un chiste soso, insulso, desabrido, en resumen sin gracia o sin chispa. Ríete un poco con esta historia delirante que espero que no te sientas incluido.

¿Y si nuestra vida fuera un chiste malo del que no podemos escapar?

—Básicamente, somos protagonistas de un chiste sin gracia.

Eso dijo Carmen el otro día, con la misma resignación con la que uno mira el último trozo de pizza caer al suelo, boca abajo.

Alberto asintió. Alba resopló. Y yo… bueno, yo estaba demasiado ocupado intentando entender cómo habíamos llegado a esa conclusión en una tarde que, en teoría, solo iba a ser una merienda tranquila.

Porque sí, nos reunimos como siempre, nos reímos de nuestras desgracias (nivel: «se me cayó el móvil en la cara mientras veía vídeos en la cama»), y acabamos en una conversación existencialista sobre lo absurdo de todo.

Pero ¿sabes qué es lo peor? Que tenían razón.

Cuando la vida se convierte en un bucle absurdo y la mente se engancha

Es curioso cómo la mente se engancha a los problemas como un niño a un charco de barro. Sabes que no deberías meterte, pero ahí vas, de cabeza.

—A ver, repasemos —dijo Alba—. Te matas a currar, ganas dinero, pagas facturas, duermes poco, repites. Fin.

—Exacto. Es como estar atrapados en el Día de la Marmota, pero sin la parte divertida —añadió Carmen.

Alberto, que llevaba un rato callado, soltó la bomba:

—¿Y si lo que pasa es que no sabemos contar bien nuestra propia historia?

Silencio. Porque eso… eso tenía sentido.

La psicología del enganche (o por qué nos atrapan las historias, menos la nuestra)

Piénsalo: las mejores historias enganchan la imaginación y nos retienen la atención porque tienen emoción, conflicto, giros inesperados.

Pero la nuestra…

Nuestra historia parecía escrita por un guionista sin café: plana, predecible y con más drama del necesario.

—Entonces, ¿qué hacemos? —pregunté.

Y ahí vino la idea que cambió todo.

El día que nos convertimos en protagonistas de nuestra historia (con un proyector de por medio)

—Escucha esto —dijo Alberto, sacando de su mochila un proyector portátil—. ¿Y si esta noche nos montamos nuestro propio cine al aire libre?

—¿Qué? ¿Así, sin más? —preguntó Alba.

—Exacto. Si nuestra vida es un chiste malo, al menos hagamos que tenga un buen montaje.

Y así fue como, unas horas después, estábamos en el jardín de Carmen, con mantas, palomitas y el proyector iluminando la pared.

No estábamos en un cine, pero daba igual. Por primera vez en mucho tiempo, la historia que estábamos contando nos pertenecía de verdad.

¿Y si la solución siempre estuvo ahí, pero necesitábamos proyectarla?

Esa noche, entre risas y escenas memorables, nos dimos cuenta de algo:

Tal vez la vida no es un chiste sin gracia. Puede que solo necesitemos cambiar la forma en que la contamos.

Y sí, puede que un proyector portátil no solucione todos los problemas, pero ayuda a crear momentos que valen la pena recordar.

Así que, si alguna vez sientes que estás atrapado en una historia aburrida, prueba esto: proyecta tu propia versión. Literalmente.

Porque al final, la mejor forma de enganchar tu imaginación… es empezar a escribir tu propio guion.

Si quieres cambiar tu historia (o al menos empezar con una buena peli bajo las estrellas), echa un vistazo a este proyector portátil.

¿Quieres cambiar tu historia (o al menos empezar con una buena peli bajo las estrellas)?

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