Una historia cotidiana hilarante contada con humor sobre el tiempo que se nos escapa sin darnos cuenta en la vida diaria. Se escapa volando mientras tú persigues calcetines y sentido común.
Dicen que el tiempo vuela
¿Alguna vez te ha pasado que parpadeas y de repente es jueves? A mí me pasó ayer. También me pasó el lunes, el sábado pasado, y el martes anterior al viernes ese que no recuerdo. Porque, amigos, dicen que el tiempo vuela… pero a mí me da la sensación de que el muy ladino ha aprendido a teleportarse.
Claro, uno se cree muy listo. “Voy a echarme cinco minutillos”, dice uno inocente, inocentísimo. Pero lo que ocurre es que esos “cinco minutillos” tienen la capacidad de mutar en dos horas, tres sueños extraños, y una reunión por Zoom que empieza justo cuando abres el ojo, con la cara marcada por la funda del cojín.
La filosofía de cafetería no paga facturas (pero entretiene)
Estaba yo en una cafetería —como mandan los cánones de la procrastinación— con mi amigo Javi, ese filósofo sin título que lleva gafas sin graduar solo para parecer más profundo. Entre sorbos de café con leche (que ni es café ni es leche, sino una experiencia espiritual), hablábamos de lo efímero de la existencia. Conversaciones absurdas, de esas que parecen una mezcla entre Nietzsche con resaca y un camarero con prisa.
—Tú no controlas el tiempo, tío —me dice Javi mientras remueve el azúcar como si buscara respuestas existenciales en la taza—. El tiempo te controla a ti.
Y ahí, justo en ese momento, una paloma nos caga en la mesa. Lo cual, como metáfora de la vida, fue bastante acertado.
Charlas con un toque existencialista (y con croissant)
Mientras nos limpiábamos la dignidad con servilletas recicladas, me quedé pensando. ¿Qué he hecho esta semana? ¿He creado algo? ¿He aprendido algo nuevo? ¿He mejorado como ser humano?
La respuesta corta: he conseguido encontrar el calcetín perdido del martes.
La larga: he entrado tres veces al baño sin saber por qué, he tenido discusiones mentales con personas que ni estaban presentes, y he googleado si las cebras son blancas con rayas negras o negras con rayas blancas. (Spoiler: aún no lo sé).
¿Y sabéis qué más he hecho? He sentado el culo durante horas. Literalmente. En una silla que parece diseñada por el mismísimo Torquemada. Ahí es cuando lo entendí todo: el tiempo vuela porque NOSOTROS no volamos. Nos quedamos pegados, aplastados, como si estuviéramos esperando a que la inspiración viniera por Seur exprés.
Una revelación con forma de pelota
Fue entonces cuando sucedió. Vi algo en internet que me cambió la vida. No era un meme de gatos. Era una silla con balón de ejercicio para fitness.
La miré con desconfianza. ¿Cómo demonios una silla con una pelota de yoga podía ayudarme a aprovechar mejor el tiempo? Pero claro, ahí estaba el truco: no es que te dé más tiempo, es que te obliga a usarlo mejor.
Con esa silla no te puedes desparramar como un croissant viejo. Tienes que mantener el equilibrio, estar alerta, activar los abdominales que hasta ese momento pensabas que eran una leyenda urbana. Y mientras trabajas, haces ejercicio. Y mientras haces ejercicio, no piensas en cebras. Y mientras no piensas en cebras… ¡el tiempo no se va por el váter!
El tiempo sigue volando, pero yo ahora hago sentadillas
¿Es la solución a todos mis problemas? No. Pero oye, me duele menos la espalda, estoy más espabilado y ya no me quedo dormido en mitad de los Zooms. Además, cada vez que alguien ve mi silla me pregunta si me he apuntado a pilates. Lo cual eleva mi ego lo suficiente como para seguir aguantando los lunes.
Así que, si eres de los que sienten que el tiempo se les escapa, que las horas se evaporan como las ganas de socializar en lunes, y que las charlas con tu yo interno se están volviendo inquietantemente profundas… quizás no necesites una máquina del tiempo.
Quizás solo necesites cambiar de silla.
No es el tiempo, somos nosotros
Dicen que el tiempo vuela. Pero la verdad es que somos nosotros los que lo vemos pasar desde el sofá, con la taza de café en la mano, diciendo “mañana empiezo”.
No esperes a mañana. Haz que el tiempo se lo piense dos veces antes de irse sin avisar.
¿Y tú? ¿Tienes alguna técnica para engañar al tiempo o también te ha pillado viendo vídeos de recetas que nunca harás?Cuéntamelo en los comentarios o, si quieres empezar a sentarte diferente…
No cambia tu vida, pero te cambia las posaderas. Y eso ya es un comienzo.