¿No tienes tiempo o TikTok te tiene a ti?

Una historia con mucho humor y un espejo incómodo: nos quejamos de no tener tiempo, pero perdemos horas en TikTok. Risas aseguradas y una reflexión entre líneas para quienes tienen mente exploradora y buscan pequeñas lecciones de vida con ironía.

El día se te va en las redes sociales

¿Te quejas de que no tienes tiempo para nada pero pasas horas viendo TikTok sin darte cuenta? Pues, amigo mío, bienvenido al club. Ponte cómodo, que esto va para largo… aunque no tanto como el scroll infinito que te haces cada noche hasta que el móvil te cae en la cara.

Todo empezó con un inocente “solo cinco minutos”

Mira, no me voy a poner en plan coach motivacional ni a darte lecciones de vida en pequeñas historias (aunque un poquito sí, pero con gracia, ¿vale?).
La cosa es que el otro día me dije: “Hoy sí, hoy voy a ser productivo. Me levanto, me ducho, desayuno como un adulto responsable y empiezo a tachar cosas de la lista”.
Spoiler: no taché ni una.
Y no fue culpa del universo, ni de Mercurio retrógrado, ni de mi perro que últimamente se cree filósofo. No. Fue TikTok.

Todo empezó inocente: un videíto mientras se calentaba el café. ¡JA! Iluso.
Cuando levanté la vista habían pasado dos horas, ya estaba vestido pero con el pantalón del pijama todavía puesto, el café frío, el perro enfadado y yo emocionado viendo cómo una señora en Wisconsin enseñaba a doblar calcetines “al estilo minimalista japonés”.

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El agujero negro del scroll

¿Te has parado a pensar lo absurda que es esta situación?
Nos quejamos de no tener tiempo para nada: ni para leer, ni para hacer deporte, ni para sacar al perro con calma. Pero luego tragamos vídeos como si nos fuera la vida en ello.
Y lo peor es que son vídeos que ni siquiera queríamos ver. Aparecen, nos atrapan, nos arrastran… y pum, resonancia mental. Estamos dentro.
Un día estás viendo un truco para limpiar el microondas y al siguiente estás emocionado con la historia de un pato rescatado que ahora vive en una casa rodante en Oregon.

Y claro, cuando acaba el día dices: “No me ha dado tiempo a nada”.
Mentira. Te ha dado tiempo a mucho, pero a cosas que ni tú sabes cómo acabaron ahí.

La mente exploradora… pero sin rumbo

Somos criaturas de curiosidad, eso está claro. Tenemos una mente exploradora, pero últimamente más dispersa que exploradora.
El problema no es el contenido en sí (oye, que hay cosas muy útiles, no lo niego). El problema es la falta de conciencia.
No decidimos qué ver, nos dejamos llevar.
Y como en los cuentos, dejas migas de pan para volver, pero TikTok se las come y tú acabas perdido en el bosque de los vídeos virales.

El día que mi perro me miró con decepción

Y llegamos al punto álgido de la historia:
Mi perro, Montblanc (sí, se llama así, soy pretencioso pero se lo ha ganado), se me planta delante, me clava los ojos y suelta un ladrido seco.
Le miro y me doy cuenta: lleva media hora con la correa en la boca, mirándome, mientras yo estoy viendo a un tipo disfrazado de zanahoria bailando en una boda en Dubái.

Ese fue mi punto de inflexión. O mi fondo, aún no lo tengo claro.
Apagué el móvil, me puse los pantalones (sí, aún llevaba el pijama), cogí a Montblanc y salimos.

La libertad está fuera del algoritmo

La caminata con Montblanc fue como un viaje espiritual.
Olía a orina de perro y a croquetas del bar de la esquina, pero qué paz mental, qué sensación de estar presente.
Y ahí, mientras él se revolcaba en el césped como si fuese la final del Mundial, me vino la reflexión:
No se trata de tener más tiempo, sino de elegir mejor en qué lo gastamos.

No digo que borres TikTok. Solo que no te engañes con el “no tengo tiempo”.
Lo tienes. Pero lo estás invirtiendo en saber cómo se hacen pasteles con forma de zapatos.
Que oye, muy interesante, pero luego no llores porque no has podido ni sacar al perro.

El transportín que me salvó la vida

Y hablando de paseos y perros filósofos como Montblanc, déjame decirte esto sin parecer vendedor de teletienda:
Después de tantos paseos caóticos, me pillé un transportín para perros.
Sí, uno bueno, de esos que no parece una jaula medieval.
Porque a veces no solo necesitamos poner límites al móvil, sino también al caos canino.

¿Lo uso solo para viajar? No. Lo uso para que Montblanc se relaje, para llevarlo cómodo y para no acabar con pelos hasta en las pestañas.

Moraleja final

La vida no se te escapa por falta de tiempo, sino por exceso de vídeos absurdos.

Recuerda esto: tu atención es oro. Si decides gastarla en ver cómo alguien se maquilla como una zanahoria, hazlo con orgullo. Pero no digas que no tuviste tiempo de vivir el día.

¿Y tú? ¿Cuánto tiempo llevas hoy en TikTok?
Cuéntamelo en los comentarios o comparte esta historia con ese amigo que dice que no tiene tiempo… pero se sabe todos los trends.

 

 


¡A UNA CARCAJADA DE DISTANCIA DE LA SIGUIENTE HISTORIA!

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