En un tren, sudando como testigo falso, encontré sabiduría en plumas ajenas. Y presión alta. Una historia tan absurda como necesaria. Spoiler: el papagayo tenía razón. Y ni siquiera me pidió explicaciones.
Cuando tu terapeuta tiene pico y alas
Sudaba. Pero no por calor.
Ni por el aire acondicionado roto.
Ni siquiera por los 37 grados que pegaban como suegra sin filtro.
No.
Sudaba porque mi vida estaba desmoronándose…
…y la única criatura que me escuchaba con atención
tenía plumas, pico…
y decía “¡idiota!” cada cinco minutos.
Sí.
Un papagayo.
En un tren.
En clase turista.
Sentado junto a mí.
Y con más criterio que mi ex.
No sé qué fue más raro.
Si que el tipo que lo llevaba en una jaula le hablara como si fuera su primo segundo,
o que el loro me respondiera a mí con una lucidez que no tengo ni en mi cumpleaños.
Y mientras tanto, mi tensión:
190/110.
La última vez que vi un número tan alto fue en la cuenta del bar ese día que dije “yo invito”.
Pero espera.
No adelantes conclusiones.
Lo que me dijo ese papagayo cambió mi vida.
Y probablemente también te ayude a ti.
O te haga reír tanto que te suba la presión.
Por eso llevo mi tensiómetro a todas partes.
Y no, no es broma.
TE PUEDE INTERESAR
Una broma en el supermercado que cambió mi forma de ver la vida
“¿Y tú qué haces con tu vida, idiota?”
Literal.
Eso me dijo.
Yo estaba contándole mi drama existencial a un completo desconocido —porque no sé qué tiene el transporte público, pero uno se vuelve más filósofo que Nietzsche con resaca—
cuando, de repente, la jaula vibra y…
“¿Y tú qué haces con tu vida, idiota?”
Un silencio.
Tres pasajeros dejaron de mascar sus bocatas de jamón.
Una niña dejó de mirar TikToks.
Yo, paralizado.
Porque, claro, cuando te lo dice tu madre, lo ignoras.
Cuando te lo dice tu ex, lo bloqueas.
Pero cuando te lo dice un pájaro exótico con voz de locutor…
Te replanteas TODO.
Microhistoria absurda #27: Mi tensión y yo, inseparables
Verás.
Tengo la tensión tan alta, que si me agacho rápido, le doy un cabezazo al cielo.
Mi médico me dijo:
—“Te voy a recetar algo”.
Yo: “¿Algo que funcione?”
Él: “No. Paciencia. Y un tensiómetro. Bueno. Preciso. Y portátil.”
Yo le dije que prefería un whisky.
Pero él insistió con el tensiómetro.
Y menos mal.
Porque en ese tren, entre el loro filósofo y las decisiones que había tomado en mi vida…
Mi corazón parecía estar tocando flamenco en mi pecho.
TE PUEDE INTERESAR
Pero volvamos al papagayo… porque no fue la única cosa que dijo
—“¡Haz algo útil con tu vida!”
—“¡Tu cara da estrés!”
—“¡Eso te pasa por querer volver con tu ex!”
Yo estaba entre reírme, llorar o pedirle trabajo al ave.
Y es que, vamos a ver,
si un loro puede diagnosticar tu vida emocional mejor que tu psicóloga,
¿no crees que deberías revisar tus decisiones?
Spoiler: revisé todo.
Empecé con mi tensión.
Porque el amor te puede matar…
…pero la presión alta lo hace más rápido.
Lo que aprendí de ese viaje
- Nunca subestimes a un papagayo con crisis existencial.
- Viajar en tren puede ser terapéutico… o traumático.
- Siempre, SIEMPRE lleva un tensiómetro contigo.
¿El que yo uso? Este de aquí 👇
Sencillo.
Pequeño.
Práctico.
Te lo puedes llevar hasta al váter si hace falta.
Y mide tan bien,
que ya no necesito que el papagayo me diga cómo estoy.
Si mi tensión pasa de 130, el cacharro pita.
Y si no pita… pues me puedo comer la fabada con tranquilidad.
Porque la vida es muy corta para explotar sin aviso
Y no sé tú,
pero a mí me gustaría que, si me va a dar algo,
me dé tiempo a despedirme de mis plantas…
…y bloquear a dos o tres personas, por si acaso.
Así que eso.
Este fue mi viaje con el pájaro más sabio que he conocido.
Y sí, ahora voy al tren preparado.
Con mi billete, mi mochila, y mi tensiómetro.
Por si el papagayo vuelve.
O mi ex.
¿Tú también has tenido una charla reveladora con un loro, tu suegra o el espejo del baño?
¡Cuéntamela en los comentarios!
Y si te ha subido la presión leyendo esto…
hazte un favor y échale un ojo a este tensiómetro.
Tu corazón (y tu loro interior) te lo agradecerán.