Lo que empezó con un móvil flotando en el inodoro terminó con una revelación sonora que cambió mi vida. Y sí, claro que hay drama, humor, y algo de olor.
Sólo me pasan desgracias con estilo.
El día que mi móvil intentó suicidarse
Todo empezó con un “plop”.
No un “ping”.
Ni un “clic”.
Un “plop”.
De esos que no se olvidan.
Estaba en el baño, como cualquier ser humano decente, con el móvil en una mano y la dignidad colgando de un hilo… cuando sucedió.
¿Por qué no avisan que el retrete tiene vocación de piscina olímpica para smartphones?
Me incliné, resbalé, grité.
Y ahí estaba él, mi teléfono, haciendo esnórquel en agua bendita (o maldita, depende del punto de vista y de lo que hayas cenado la noche anterior).
Y yo, como buen idiota que cree que el arroz lo cura todo, lo saqué.
Lo miré.
Le hablé.
Le rogué.
Pero no.
Nada.
Ni un suspiro.
Black Mirror edición baño.
Sólo me pasan desgracias… ¿o será que la vida me está trolleando?
Te juro que esto no es lo primero que me pasa esta semana.
Lunes: me roban el bocadillo del trabajo.
Martes: me sienta mal un yogur vencido (pero yo no lo sabía, el yogur tampoco).
Miércoles: mi ex me escribe “Hola” después de un año sin señales de vida.
Y ahora, jueves, el móvil decide que la taza del váter es su nuevo hogar espiritual.
Engancha con la lógica, ¿verdad?
Claro.
Lógica inversa.
TE PUEDE INTERESAR
El drama real: no fue perder el móvil… fue el SILENCIO
¿Sabes lo peor? No tener con quién quejarme en voz alta.
Mi música, mis memes, mis audios de 3 minutos de mi amiga la intensa que dice «te resumo rápido» y nunca lo cumple.
Todo en silencio.
En ese vacío sonoro me di cuenta de una cosa importante:
Necesito ruidos que no dependan de un móvil con tendencias autodestructivas.
Y entonces… pasó algo curioso.
¿Auriculares inalámbricos? No sabía que necesitaba esto hasta que lo probé
Un amigo (de esos que uno conserva porque no tiene fuerzas para hacer nuevos) me dijo:
“Tío, ¿y por qué no usas los auriculares esos que no necesitan enchufarse al móvil directamente?”
Me reí.
Pero luego los probé.
Y volví a sentir alegría.
Pude oír mis canciones favoritas sin tener el móvil en la mano (ni cerca del váter).
lass=»yoast-text-mark» />>Pude andar por casa escuchando mis podcasts sin parecer un espía con cables saliendo de las orejas.
>Pude fingir que no escuchaba a mi vecino cuando me pedía ayuda para montar un mueble de IKEA.
¿Magia?
No.
Tecnología inalámbrica.
Y un poquito de dignidad recuperada.
TE PUEDE INTERESAR
A veces una desgracia te salva del desastre (aunque no lo parezca)
Si el móvil no hubiera intentado suicidarse, yo seguiría dependiendo de él para TODO.
Ahora camino libre, manos libres, orejas felices.
Y si te está pasando algo parecido —si sientes que cada semana la vida te lanza un tomate podrido directo a la cara— créeme, hay algo pequeño que puede devolverte el control. Y no es un gurú motivacional en TikTok.
Es algo más simple, más útil, más real: unos malditos buenos auriculares inalámbricos.
¿Y tú, ya salvaste tus oídos del caos?
Si no quieres acabar como yo, con la mano en el váter y el alma en el suelo, **hazte un favor**.
Empieza por algo que no se caiga al baño.
¿Listo para dejar de depender del móvil hasta en el baño?
Haz scroll hacia arriba, ríete otra vez…
Y si te gusta vivir con alegría, empieza por lo que te hace bien al oído. Tu inodoro y tu paz mental te lo agradecerán.