Lo que parecía solo un graffiti sin sentido, se convirtió en un torbellino de pensamientos diarios con un toque de gracia, una historia absurda… y una necesidad inesperada.
Algo simple lo cambia todo
“Si vas a cagar tu vida… al menos hazlo con estilo.”
Sí.
Eso ponía.
Con rotulador. En la pared de un baño público. Justo encima del dispensador de papel que… no tenía papel. Ironías de la vida.
Y ahí me quedé.
Pantalones abajo.
No solo físicamente.
Emocionalmente también.
Porque, vamos a ver…
¿Quién escribe eso?
¿Y por qué sentí que era para mí?
Ese día solo iba a comprar pan.
PAN.
Pero volví a casa con una nueva crisis existencial, dos bolsas, y un pensamiento que no me soltó en semanas.
Y aquí empieza el desmadre mental
Desde entonces, empecé a notar cosas.
Cosas que antes no veía.
Como si me hubieran reiniciado el sistema operativo cerebral, versión «Humano 2.0 con parche de sarcasmo activado».
Empezaron los pensamientos diarios con un toque de gracia.
Tipo:
- ¿Por qué mi gato me juzga más que mi suegra?
- ¿Cuándo fue la última vez que usé mi lavadora… para lavar ropa?
- ¿En qué momento el botón de “Me gusta” se volvió más importante que una conversación real?
No me preguntes por qué, pero todo me parecía una película de humor ácido.
Como si alguien hubiese contratado a Woody Allen para dirigir mi rutina.
Y la pared del baño… ese graffiti idiota…
Seguía ahí, enganchando mi mente como si fuera un mal ex que escribe mensajes pasivo-agresivos en Twitter.
TE PUEDE INTERESAR
La espiral: del mensaje, al caos, a una decisión absurda
Primero fue el mensaje.
Luego, los pensamientos raros.
Después, la paranoia.
Y, finalmente… el trípode.
Sí.
UN TRÍPODE INTELIGENTE.
¿Por qué?
Porque grabé todo.
Mi vida. Mi cara cuando se me cae el champú.
Mis discursos a la nada mientras desayuno cereales sin leche.
Todo, gracias a un trípode inteligente que encontré por accidente mientras buscaba “cómo saber si estás loco o solo aburrido”.
Estaba aburrido.
Y el trípode… era mejor que terapia.
¿Lo mejor? No tuve que hacer nada.
Se ajusta solo.
Sigue tus movimientos.
Hasta cuando estás bailando como borracho poseído por Chayanne.
Y lo mejor de todo: aguanta más que tu ex en las discusiones.
Microhistorias que NO SON INVENTO
- Mi prima lo usó para grabar su clase de yoga. Terminó con 4K de ella cayéndose encima del gato. 40 mil visitas en TikTok.
- Un amigo lo usó para hacer un vídeo cocinando. El trípode giró, captó a su perro robando salchichas del plato. Viral en Reddit.
- Yo… lo usé para grabarme leyendo en voz alta el libro “Cómo dejar de pensar demasiado”.
Spoiler: No funcionó, pero la iluminación automática del trípode me hacía parecer un gurú iluminado por Buda y Amazon.
TE PUEDE INTERESAR
Reflexión que nadie pidió, pero aquí va
A veces, lo que te cambia no es un libro, ni un viaje, ni una charla con un sabio de barba blanca en Nepal.
A veces es un baño sucio y un graffiti hecho con mala letra.
A veces es reírte de lo absurdo, hacer scroll en tu propia vida…
Y grabarte mientras te preguntas si lo que haces tiene sentido.
(Spoiler: no lo tiene, pero da para buen contenido).
Y mientras tanto, si vas a cagarla…
Hazlo con estilo.
Y con un trípode inteligente, que por lo menos te siga el ritmo.
¿Te identificaste con esta locura?
Entonces te regalo esto sin obligarte, pero guiñándote el ojo.
No hace milagros. Pero al menos… te sigue la cámara cuando huyes de tus responsabilidades.
¿Y tú?
¿También viste un mensaje absurdo que te hizo repensar tu vida?
Cuéntamelo en los comentarios.
O mejor… grábalo.
Y si lo haces, usa el trípode.
Para que, al menos, tu crisis tenga buena resolución.
☕ ¿Te arrancó una sonrisa? Invítame a un café →