Reflexiones Cotidianas con Humor. Pensamientos diarios con un toque de gracia.
La traición del desayuno
Javier tenía una rutina sagrada: desayunar en la cama los domingos.
Café humeante, croissants crujientes, un zumo recién exprimido. Una escena casi de película.
Casi.
Porque la película siempre tenía un giro inesperado. Uno que él, ingenuamente, ignoraba cada semana.
Las migas.
Las malditas migas.
Parecían tener vida propia. Se deslizaban entre las sábanas, se colaban en el teclado del portátil, se escondían entre los cojines del sofá. Un ejército de diminutos invasores que nadie veía… hasta que era demasiado tarde.
Pero Javier era optimista. Se decía a sí mismo:
—Bah, lo limpio luego.
Mentira.
Porque «luego» nunca llegaba.
El momento de la verdad
La acumulación de migas pasó de ser una molestia a una fuerza hostil.
Primero, estaban ahí, dispersas, inocentes.
Luego, se volvieron sigilosas, refugiándose en lugares inalcanzables.
Finalmente, tomaron el control.
El punto de quiebre llegó un viernes por la noche.
Después de una semana de trabajo agotadora, Javier llegó a casa, tiró la chaqueta al suelo y se dejó caer en el sofá con un suspiro. Cerró los ojos, disfrutando ese momento de paz absoluta…
Y entonces lo sintió.
Algo crujió bajo su pierna.
Abrió los ojos lentamente.
Se levantó, temiendo lo peor.
Metió la mano entre los cojines.
Y ahí estaba.
El croissant del domingo pasado.
Cinco días ahí. Oculto. Traicionero. Un fósil de hojaldre.
Fue en ese instante cuando Javier entendió algo: su vida había perdido el control.
El arma secreta
Con la determinación de quien se enfrenta a su peor enemigo, Javier se levantó del sofá y buscó soluciones.
Trapo y agua: ineficiente.
Sacudir la manta: insuficiente.
Soplar con la boca: autodestructivo.
No, necesitaba algo más. Algo poderoso.
Navegando por Amazon, lo encontró.
Un aspirador de mano inalámbrico. Ligero, sin cables, con una potencia de succión que prometía devolver el orden a su reino.
Javier no dudó. Dio clic.
Dos días después, sonó el timbre. El mensajero le entregó el paquete con la solemnidad de quien lleva un arma sagrada.
Javier lo abrió con manos temblorosas.
Y ahí estaba.
Negro, compacto, ergonómico.
El destino le daba una segunda oportunidad.
La victoria
Con el aspirador en la mano, Javier sintió el poder recorrer sus venas.
Pulsó el botón.
¡VRRRRRRR!
El sonido de la revolución.
Probó primero en la mesa: ni una miga sobrevivió.
Luego en el teclado: como nuevo.
Finalmente, en el sofá…
En cuestión de segundos, no quedaba ni rastro del croissant maldito.
Javier sonrió.
Por primera vez en mucho tiempo, estaba en control.
Desde ese día, todo cambió.
Las migas ya no le preocupaban.
Los snacks en el sofá dejaron de ser un problema.
Incluso su coche, su escritorio y su mochila estaban impecables.
No era solo un aspirador.
Era una nueva era.
Tu turno
Si alguna vez has sentido que las migas te derrotan…
Has encontrado restos de comida en lugares donde no deberían estar…
Sigues mirado tu sofá y sentido un escalofrío… Es hora de actuar.
Consigue tu aspirador inalámbrico aquí y toma el control.