Storytelling con Impacto. Curiosidades Narrativas. Historias que atrapan desde el inicio.
Siempre está allí. En el mismo bar. Y a la misma hora.
Y yo, siempre mirándola.
Ella no me ve. O eso quiero creer.
Cada tarde, 6:45 en punto, empuja la puerta de aquel café de barrio, se desliza con precisión hasta la mesa del fondo, saca su portátil y empieza a teclear. Rápida, intensa, como si el mundo dependiera de cada palabra que escribe.
No mira a su alrededor. No pide la carta. Ni siquiera repara en la camarera que le sirve el mismo capuchino con espuma densa y delicada.
La escena se repite sin variaciones. Un ritual perfecto.
Y yo, atrapado en la intriga, nunca me atreveré a decirle hola.
Una pantalla iluminada y un millón de preguntas
Al principio pensé que era periodista. Luego, novelista. Tal vez programadora, diseñadora, hacker… ¿Quién sabe?
Lo único cierto es que ese portátil es su universo. Sus dedos se mueven con una sincronización hipnótica. El reflejo de la pantalla brilla en sus pupilas. La manera en que se inclina sobre el teclado, con una ligera sonrisa satisfecha, me hace imaginar que ahí dentro, en ese rectángulo de aluminio y cristal, esconde mundos enteros.
Las preguntas se acumulan:
🔹 ¿Qué escribe con tanta intensidad?
🔹 ¿Es un blog? ¿Una historia? ¿Un código secreto?
🔹 ¿Y si está narrando lo que ve en el café? ¿Y si ya ha escrito sobre mí?
La idea me sacude. Me remuevo en mi asiento.
El día en que casi lo descubrí
Una tarde, el destino juega a mi favor.
El café está lleno. Solo hay una mesa libre: la de enfrente de ella.
Tomo aire. Me acerco. Me siento.
De cerca, todo se intensifica. La pantalla brilla con claridad. Y ahí, justo ahí, lo veo.
Líneas y líneas de texto. Un diseño impecable. Las imágenes flotan con nitidez en el monitor ultrafino. Sin cables, sin interrupciones. Todo fluye.
Ella teclea sin pestañear. Su portátil responde con precisión quirúrgica. Ni un retraso. Ni un ruido innecesario. Una máquina perfecta.
El bar se llena de ruido, pero ella sigue imperturbable. Su mundo está dentro de esa pantalla, y yo, a un metro de distancia, soy un mero espectador.
El silencio entre nosotros… y una oportunidad perdida
El café avanza. La tarde cae.
Ella se detiene. Estira los dedos. Toma un sorbo de su capuchino.
Mi oportunidad. Mi gran oportunidad.
Pero no digo nada.
Solo la observo mientras cierra su portátil con un clic suave y elegante. Lo guarda en su mochila con la misma delicadeza con la que un escritor guarda su pluma más preciada.
Y luego se va.
Sin saber que alguien, cada tarde, la observa con admiración.
Ese portátil lo cambia todo
Desde entonces, una idea me persigue: ¿y si tuviera una herramienta así?
No solo es una computadora. Es un billete de ida a un mundo donde todo fluye sin esfuerzo. Donde la creatividad se dispara. Donde la tecnología no es un obstáculo, sino un aliado.
Si ella crea historias desde su mesa favorita con un portátil así, ¿qué podría hacer yo?
Tal vez, la próxima vez, cuando la vea teclear, yo también tenga uno frente a mí.
Tal vez, la próxima vez, me atreva a decirle hola.
🔗 ¿Quieres un portátil que te inspire? Encuentra el tuyo aquí: Compra aquí tu nuevo portátil