Reflexiones Cotidianas con Humor.
Filosofía de bolsillo con humor.
Pensamientos absurdos pero ciertos.
«Nos quejamos del tráfico mientras revisamos el teléfono en cada luz roja. Irónico, ¿no? Quizá una bici eléctrica sea la respuesta.»
El caos diario y la pregunta inesperada
Las bocinas sonaban como un coro desafinado. El aire denso de la ciudad se colaba por las ventanillas del coche. Estefanía y Esperanza avanzaban a paso de tortuga en medio del tráfico matutino, como cada día.
—Esto es absurdo —bufó Estefanía, golpeando el volante con los dedos—. Pasamos más tiempo aquí que en casa.
Esperanza, con la cabeza apoyada en la ventana, exhaló un suspiro.
—¿Sabes qué es lo peor? Que mientras nos quejamos del tráfico, revisamos el móvil en cada semáforo. Como si estuviéramos atrapadas en pausa.
Silencio. Luego, la pregunta que lo cambió todo.
—¿Y si probamos con una bici eléctrica?
Estefanía soltó una carcajada.
—¿Nosotras? Pero si ni siquiera subimos las escaleras del metro.
—Justo por eso. Evitamos el caos, ahorramos dinero y nos ponemos en forma. ¿No te parece lógico?
La idea quedó flotando en el aire. Como una chispa a punto de encender algo más grande.
La rutina que asfixia
El tráfico no era solo un problema de movilidad; era un símbolo de su rutina desgastada. Despertar temprano, correr para no perder el bus, perder media vida atrapadas en embotellamientos. Y al llegar a casa, el mismo agotamiento, la misma queja.
Estefanía se dio cuenta de que no recordaba la última vez que había hecho ejercicio sin sentir que era una obligación. Esperanza, por su parte, notó que el estrés del tráfico le afectaba más de lo que admitía. Insomnio, ansiedad, esa sensación constante de estar perdiendo el tiempo.
Una noche, mientras veían una serie en el sofá, la conversación volvió.
—Investigué sobre bicis eléctricas plegables —dijo Esperanza, con tono casual—. Son compactas, se cargan rápido y no tienes que ser una ciclista profesional para usarlas.
Estefanía la miró de reojo.
—¿Estás hablando en serio?
—Tan en serio como que mañana nos tardaremos otra hora en llegar al trabajo.
El primer paso
Al fin lo hicieron. Un sábado por la mañana, fueron a una tienda. Probablemente se notaba que eran novatas porque el vendedor les sonrió con complicidad.
—No se preocupen, chicas. Todos empiezan en algún momento.
Probó con un modelo ligero, plegable, con asistencia al pedaleo. Estefanía subió primero. Dio una vuelta, sintiendo la brisa en el rostro. No tenía que hacer demasiado esfuerzo, pero su cuerpo respondía. Había algo… liberador en eso.
Esperanza la observaba con los brazos cruzados.
—Te ves ridículamente feliz.
—Porque lo estoy.
Cuando ambas tuvieron la suya, hicieron la prueba definitiva: recorrer la ciudad sin depender del tráfico. Calles antes intransitables se volvieron accesibles, y de repente, la ciudad tenía otro ritmo. Un ritmo que ellas controlaban.
La vida fuera de la pausa
Los días cambiaron. No de golpe, pero sí de manera constante. Las mañanas ya no eran una lucha contra el reloj. No había bocinas ensordecedoras ni esa impotencia de estar atrapadas en el asfalto.
Ahora, con el aire fresco de la mañana, pedaleaban juntas. A veces, en silencio, disfrutando de la sensación de moverse con libertad. Otras, conversaban como antes no lo hacían, porque antes el tráfico se robaba sus palabras.
También hubo imprevistos. Un día llovió y se refugiaron en una cafetería que nunca habían notado antes. Otro día, Estefanía olvidó cargar la batería y tuvo que pedalear más de la cuenta. Pero incluso esos momentos se sintieron diferentes. No como problemas, sino como anécdotas.
Y poco a poco, el cambio fue más profundo. Se sentían con más energía. Menos ansiedad. Más ganas de hacer cosas fuera del trabajo. Como si, al moverse de otra manera, sus vidas también hubieran cambiado de dirección.
Una invitación al cambio
Nunca imaginaron que una simple pregunta en el sofá pudiera llevarlas tan lejos.
A veces, creemos que los grandes cambios requieren decisiones radicales. Pero a veces, basta con preguntarnos: ¿y si hubiera otra manera?
Si alguna vez te has sentido atrapado en la rutina. Si el tráfico consume tu paciencia y tu tiempo. Si sientes que necesitas moverte de otra forma, quizás sea el momento de probar algo nuevo.
Tal vez, como Estefanía y Esperanza, descubras que la vida no está en pausa. Solo necesitas encontrar el ritmo adecuado. ¿Te atreves a dar el primer paso?
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