¿Puede un grano cambiar tu destino amoroso? Sí, sobre todo si aparece en tu frente como una antena 5G justo antes de una cita… ¡y encima metes un telescopio en la ecuación!
Me sale un granito justo antes de la cita
Todo empezó con un grano, como no podía ser de otra manera.
No era un grano.
Era una declaración de guerra.
Una manifestación cutánea con pancarta y megáfono.
Y, claro, tenía que aparecer justo el día antes de mi primera cita en 3 años, 2 meses y 14 días.
(Que no los contaba, pero por si acaso).
Te juro por mi abuela Encarna que hasta me había depilao las cejas. Con cuchilla. Como un valiente.
Pero ahí estaba el jodío grano, en el centro de mi frente, desafiando la gravedad y la dignidad.
Parecía el botón de encendido de la vergüenza.
TE PUEDE INTERESAR
Y ahí empecé a pensar: “Todo me sale al revés
La otra vez que intenté tener una cita, confundí el restaurante con un tanatorio.
(No te rías, que la comida no estaba tan mal. Lo peor fue cuando brindé con los familiares del difunto).
Esta vez tenía que ir bien.
Mi mente conectada. Mi ropa planchá. Mi colonia casi de marca.
Todo listo… hasta que me miré al espejo y pensé:
¿Esto es un grano o me está saliendo un tercer ojo?
La tragedia se multiplicó cuando me escribió por WhatsApp:
> “¡Tengo muchísimas ganas de verte!”
> “¡Nos vemos mañana en el Dubai International Boat Show!”
> 😳
> 🤯
> 😱
¿En el qué?
¿Por qué una chica me cita en un evento náutico de lujo?
Buena pregunta.
No tengo ni barco. Ni carnet. Ni flotador.
Y lo más cerca que he estado de Dubái fue una vez que confundí una gasolinera con un aeropuerto.
Pero da igual.
Ella quería glamour. Yo tenía ilusión… y un grano.
Había que improvisar.
O rendirse.
Y rendirse no va conmigo, la verdad.
Así que decidí hacer lo que haría cualquier persona desesperada…
Fui a la ferretería del pueblo.
(¿A qué? ¡A comprar una gorra! ¿Qué otra cosa ibas a hacer?)
Y allí, entre tornillos y ambientadores de coche,
vi algo que cambió el rumbo de los acontecimientos…
TE PUEDE INTERESAR
El telescopio monocular que no sabía que necesitaba
¿Para qué quería un telescopio?
Ni idea.
Pero algo en mi interior dijo:
“Llévatelo, que igual esto te salva la vida. O la cita.”
Y como buen supersticioso, lo hice.
Y ahora viene la parte que no vas a creer…
Llego al evento. Tarde, nervioso, sudando como un pollo en agosto.
Ella está guapísima. Tan guapa que me entra otro grano de repuesto.
Pero en lugar de saludarla normal, saco el telescopio monocular del bolsillo.
Lo apunto a su cara.
Y le digo: “Desde aquí te veo aún más guapa.”
Silencio.
Silencio otra vez.
Y luego…
¡Risa!
Una carcajada de las que te hacen olvidar los complejos.
Contagiosa.
Libre.
¿Y sabes qué pasó?
Que ese grano se volvió invisible.
Ella me dijo que le encantó el gesto.
Que nadie la había hecho reír así en años.
Y que quería verme otra vez. Sin telescopio ni nada.
¿Quién necesita Dubái cuando tienes autoestima, ironía… y un telescopio?
Lecciones que aprendí:
– Todo me sale al revés, sí. Pero a veces es lo mejor que te puede pasar.
– La risa es más fuerte que el acné.
– Tener la mente conectada no es pensar perfecto, sino saber improvisar.
– Y sobre todo:
Nunca subestimes el poder de un buen telescopio monocular.
Y si tú también tienes una cita, un grano y poca fe en ti mismo…
Quizá no necesites más crema.
Quizá lo único que te falte sea ver las cosas desde otro ángulo.
Y para eso, este telescopio monocular puede ser una joya inesperada.
¿Te ha pasado algo parecido? Cuéntamelo en los comentarios, que aquí reímos juntos… o lloramos en grupo. Y si tienes una cita, ¡no olvides tu telescopio!
☕ ¿Te arrancó una sonrisa? Invítame a un café →