¿Cuántos pasos diste? ¿Y a mí qué?

¿Qué pasa cuando tu smartwatch se convierte en el protagonista tóxico de tu día a día? Una historia hilarante con reflexión y sarcasmo incluido. ¿Te atreves a mirar tu muñeca?

El smartwatch y su obsesión con tu fracaso

📌 Advertencia inicial: este texto contiene verdad, humor y heridas abiertas para gente sensible a su conteo de pasos diario.

El drama del smartwatch en tu muñeca
¿Qué hice yo para merecer esto?
Cada mañana, antes de abrir un ojo, ya me está juzgando.
No es mi madre. No es mi jefe. No es Hacienda.
Es peor.
Es mi smartwatch.

Y no te imaginas la mirada que me lanza desde la mesita de noche.
Bueno, no tiene ojos, pero yo siento el desprecio vibrar.

«Buenos días, vago. Ayer no llegaste ni a los 3.000 pasos. ¿Estás bien? ¿O simplemente eres flojo por vocación?»

Y ahí empieza el verdadero tormento…

El día que mi reloj casi me llama “mierdecilla”

Una vez, solo una, me atreví a contestarle.

Le dije:
«Tú cállate, que te cargo una vez al mes y ni te doy las gracias.»

¿Y sabes lo que hizo el cabrón?
Me vibró con desprecio.
Lo sentí. Como si me dijera:

«Claro, y tú vives porque el WiFi quiere. No te flipes.»

Ese día fue la guerra. Me obligó a subir y bajar las escaleras de casa.
Treinta veces. Sin necesidad.
Solo para que dejara de mostrarme ese círculo rojo de la vergüenza.

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Y ni hablemos de eso que hace a las 21:34 h…

Cuando estoy viendo una serie, cómodo, tranquilo, digiriendo la cena,
¡zas!
Vibración traicionera.

“Aún puedes lograrlo. Solo faltan 1.127 pasos.”

¿CÓMO QUE PUEDO LOGRARLO?

Lograr qué, ¿la paz mundial?
¿Ser el comediante de mi edificio mientras doy vueltas al sofá?
¿Demostrarle al reloj que valgo como ser humano?

No, gracias.
Y sin embargo…
Ahí me tienes, moviendo los brazos como un loco, sin moverme del sitio.
Como si eso engañara al muy listo.

Spoiler: ¡funciona!
(El reloj es idiota, pero no tanto como yo).

¿Y si solo quiero vivir?

Aquí viene lo profundo…
¿Qué clase de pensamiento atrapado profundo nos tiene creyendo que si no hay 10.000 pasos en la app, el día no cuenta?

Antes:
• Caminabas porque tenías que comprar el pan.
• Porque había un perro.
• Porque el bus no pasaba.

Ahora caminas por un número.
Un maldito número.
Y lo peor es que no sirve para nada si luego cenas pizza con extra de drama.

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Tu smartwatch no olvida.

Lunes: “¡Bien! Superaste tus pasos del lunes anterior.”
Martes: “¡Vamos! Te falta poco.”
Miércoles: “Oh… bajaste un 8% comparado con la semana pasada.”
Jueves: silencio pasivo-agresivo.

Y llega el viernes.
Te sientes rebelde.
No sales.
No caminas.
Y ahí está:

«Hoy has estado muy inactivo. ¿Todo bien? Si necesitas hablar con alguien…»

¡NO NECESITO HABLAR!
Necesito que dejes de hacerme sentir como si mi abuela supiera más de salud que tú.

Una sugerencia (que no es venta, ¿vale?)

No te estoy diciendo que te compres una pulsera de actividad como la mía.
Ni mucho menos que elijas esta de aquí que vibra cuando detecta que llevas mucho tiempo sentado,
aunque estés en el váter. (Eso fue incómodo).

Solo digo…
Que si vas a tener un compañero pasivo-agresivo en la muñeca,
al menos que tenga buena batería, pantalla decente, y no se chive a tus amigos.

Y este lo tiene todo, menos juicio.

Reflexión final entre risas y pasos innecesarios

¿Sabes qué es lo peor?
Ahora no puedo vivir sin él.
Lo odio. Lo amo. Me juzga. Me acompaña.

Como la pareja tóxica que siempre te dice:
«Haz lo que quieras, pero yo que tú caminaría 3.000 pasos más, por si acaso.»

Y aquí estoy…
Escribiendo esto mientras camino en círculos por el pasillo.

Porque sí, la vida es una narración de la vida diaria cómica,
pero con este reloj…
es también una tragicomedia con pasos incluidos.

¿Te sentiste identificado?

Comenta tu anécdota más absurda con tu smartwatch o esa vez que caminaste de más solo por cerrar el círculo.
Y si quieres vivir el drama completo… aquí tienes el enlace a la pulsera que me hizo mejor persona (más o menos).


 

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