Dormir bien… si no fuera por el botellón

Dormir bien hoy es más raro que un unicornio en el metro. Esta historia, con humor, drama vecinal y botellones, revela cómo un proyector 4K acabó siendo mi refugio. Incluye risas, ironía, una mente inquieta… y un final inesperadamente útil.

Dormir sin botellón bajo tu ventana

Dormir bien es un lujo que debería ser accesible para todos, incluso con botellón bajo tu ventana. Lo firmo y te lo juro por lo más sagrado: mi taza de café de las mañanas. Porque últimamente, entre charlas absurdas de la vida real y los conciertos improvisados bajo mi casa, estoy desarrollando una tolerancia al ruido que ya la querría un ninja de discoteca.

El insomnio tiene nombre y apellidos: mis vecinos de la esquina

Verás. Todo empezó un martes, a las 2:47 de la madrugada. ¿Por qué lo sé con tanta precisión? Porque estaba contando ovejas, ex–parejas y traumas de la adolescencia, mientras me planteaba seriamente mudarme al Polo Norte. Pero justo cuando una oveja número 87 intentaba hacer un doble mortal carpado, zasca, gritos, carcajadas y alguien gritando “¡Raúl, saca el JBL!”.“¡Raúl, saca el JBL!”.

Y claro, Raúl lo sacó.

Y yo, que tenía la esperanza de soñar con algo bucólico y pastoral, acabé con una rave debajo de mi ventana que ni en Ibiza. Aquello no era ruido. Aquello era una declaración de guerra sonora.

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He probado de todo: tapones para los oídos, ruido blanco, meditación guiada, rezarle a todos los dioses de todas las religiones conocidas…rezarle a todos los dioses de todas las religiones conocidas… Nada. Incluso pensé en tirarme desde la cama con una cuerda y hacerme el Batman, pero mi mente inquieta me detuvo. No por miedo, no. Por pereza. La misma que me impidió llamar a la policía, porque para cuando me decido, ya están cantando una versión acústica de “Despacito” y me da vergüenza ajena que los multen por eso.

Así que me volví creativo. Si no puedo dormir, al menos que el insomnio me entretenga.

La solución inesperada: cine de madrugada… y paz interior

Y ahí fue donde entró en juego el Proyector 4K con Netflix integrado. Lo compré en una de esas noches de insomnio por impulso, de esas en las que tu cerebro dice: “Hazlo, total, ya lo lamentarás por la mañana”. Y oye, fue una de las mejores decisiones que he tomado sin estar del todo consciente.

Porque, de pronto, mis noches dejaron de ser una tortura para convertirse en mi momento favorito del día. Cerraba las ventanas, me acurrucaba con mis mantas (tengo más que un Airbnb nórdicoAirbnb nórdico) y me ponía una peli de esas que te reconcilian con la vida o una serie con tanto drama que mis vecinos me parecían personajes de dibujos.

Vivir una vida de lujo… sin pagar una hipoteca por ello

Dormir bien sigue siendo complicado, sí. Pero al menos, ahora tengo el consuelo de un cine privado en casa. En 4K. Con Netflix. En la pared. Y sin anuncios, ni Raúles, ni JBLS. Me he montado un spa visual con cero presupuesto emocional.

Y de paso, me he dado cuenta de algo: muchas veces buscamos soluciones fuera, cuando lo que necesitamos es cambiar la perspectiva (y proyectarla en la pared del salón). Este proyector no solo me salvó del insomnio, me dio la posibilidad de reconectar conmigo, con historias con aprendizajes ocultos y personajes que, al final, también buscaban dormir un poco mejor.

¿Y los del botellón?

Siguen ahí. Puntuales como Hacienda. Pero ya no me afectan. Porque ahora, cuando empiezan con el show, yo simplemente subo el volumen, bajo las luces y dejo que mi proyector me lleve lejos. Muy lejos. A veces a Nápoles, a veces al espacio, y otras veces simplemente… a una comedia romántica absurda que me hace llorar de risa.

Y aquí es donde entra la recomendación sutil pero necesaria: si tú también tienes vecinos con alma de DJ o simplemente necesitas tu rinconcito de paz, échale un vistazo al proyector que yo uso. No te prometo el sueño profundo de un oso en hibernación, pero sí horas de placer visual, enganche mental, y menos ganas de estrangular a nadie.

Reflexión final (con sorna, pero con amor)

Dormir bien debería venir con el pack básico de ser humano. Pero como no lo trae, al menos que no nos falte el sentido del humor, una mente inquieta que nos mantenga creativos, y recursos para sobrevivir al caos moderno. Porque si no puedes con el ruido… póntelo en pantalla grande y hazlo parte del espectáculo.

¿Te identificas con esta historia?

¿Te han dado ganas de hacer cine nocturno casero?
Pues aquí tienes el enlace al proyector 4K con Netflix que me salvó la cordura:
Haz clic abajo en el recuadro y échale un ojo, sin presión, solo curiosidad.

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