Mientras tú esperas, la vida ya arrancó

Una historia real, absurda y muy graciosa sobre cómo esperar el «momento ideal» puede dejarnos tirados en la parada de la vida. Con humor, reflexión y una bicicleta eléctrica que, al final, salvó la dignidad y el trayecto.

El momento perfecto no existe

Nunca será el momento adecuado (y lo descubrí en chándal y con legañas). ¿Sabes cuándo me di cuenta de que esperar el momento ideal era una soberana chorrada?
Un lunes. A las 7:03 de la mañana. Con el estómago rugiendo, los pelos como si hubiera dormido en una centrifugadora y un calcetín de cada color.

La historia empieza, como todas las grandes tragedias modernas, con una promesa de domingo por la noche:
Mañana empiezo a cambiar mi vida.

Y allí estaba yo, fresco como un yogur caducado, en la parada del autobús, esperando. Esperando el bus, sí, pero también esperando el famoso “momento perfecto”.
Ese que nunca llega, pero que uno sigue creyendo que sí. Como el reembolso de Hacienda o la llamada de tu ex para pedir perdón.

El plan maestro (que no era tan maestro)

La idea era sencilla: cambiar de vida. Menos excusas, más acción. Y, por supuesto, empezar haciendo algo productivo: llegar pronto al trabajo, por una vez en la vida.
Pero el universo tenía otros planes. O al menos eso quiero pensar para no aceptar que soy yo el desastre.

El autobús pasó. Sin detenerse. Como si yo fuera un holograma o peor, un adulto responsable.

Y entonces ocurrió el «clic». El enganche lógico. El neuroenganche de los buenos.
Me vi ahí, con mi mente enredada, reflexionando sobre toda esa gente que dice “cuando tenga tiempo”, “cuando tenga dinero”, “cuando tenga una señal clara del universo escrita con purpurina”.

La vida no espera, amigo. La vida se sube al bus y arranca. Y tú te quedas ahí con cara de haba, mirando cómo se va.

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Reflexiones que tocan el alma… o al menos la autoestima

Mientras contemplaba mi reflejo en la marquesina (esa distorsión que te hace parecer un Picasso con resaca), me di cuenta de una verdad dolorosa y muy poco sexy:
Esperar el momento ideal es la forma más elegante de autosabotaje.

Nos lo vendemos como sensatez. “No es el momento”. Pero en realidad, es miedo. Miedo al fracaso, al qué dirán, al cambio. A que te vean intentarlo.
Porque, claro, si nunca lo intentas, tampoco fallas. Muy cómodo todo.

Y entonces apareció… Prada

No, no la marca. Prada es el nombre que le puse a la señora de 73 años que pasó a mi lado… ¡en una bicicleta eléctrica!
Sí, sí. Prada. Jubilada. Con un casco rosa, gafas de sol tamaño parabólica y una velocidad que me hizo replantearme mi existencia.
Se detuvo a mi lado, me miró y dijo:
—¿Esperas el bus? Va con retraso. Yo ya no espero a nadie, hijo. —Y se fue. Como una leyenda.

¡ZAS! Reflexión, ironía y colleja emocional todo en uno.

La revelación sobre dos ruedas

¿Sabes qué hice después?
Corrí a casa, bueno, más bien troté con dignidad. Abrí el portátil, busqué “bicicleta eléctrica buena, bonita, barata” y me lancé a por una.
Porque si la señora Prada no espera, ¿yo qué demonios hago perdiendo el tiempo?

Desde entonces, la uso cada día. Llego antes, llego mejor, y, sobre todo, no me quedo esperando a que la vida decida cuándo sí y cuándo no.
Además, las bicis eléctricas tienen algo mágico: no hacen milagros, pero te quitan excusas. Y eso ya es mucho.

¿Y si tú también dejas de esperar?

No te estoy diciendo que compres una bici eléctrica porque sí.
Te estoy diciendo que si este relato te ha hecho reír, pensar, o al menos soltar un bufido nasal, quizá es el momento de dejar de esperar y empezar a moverte.

Sea con una bici, con un cambio de curro, con una charla pendiente, o con ese proyecto que lleva años cogiendo polvo en tu cabeza.
Porque sí, colega: el momento perfecto no llega. El autobús se va. Y tú tienes que pedalear por tu cuenta.

La vida es ahora. Y si no lo ves claro, pregúntale a Prada.

¿Te ha pasado algo parecido? ¿Tienes tu propia historia de “esperando el momento ideal”? Cuéntamelo en los comentarios. O mejor aún, deja de esperar y comparte esto con ese amigo que aún no ha arrancado.


¡A UNA CARCAJADA DE DISTANCIA DE LA SIGUIENTE HISTORIA!

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