Una historia delirante y con mucho humor sobre lo que pasaría si mi perro supiera lo que es el Black Friday… y lo usara para pedirme el mejor capricho canino: una cámara para vigilarme mientras él se come el sofá. Sale ganando.
Mi perro y el Black Friday
O cómo terminé siendo espiado por un chihuahua con alma de espía ruso. Hay cosas en la vida que uno no ve venir. Como cuando compras un ambientador de pino y huele a ducha de gimnasio. O como cuando tu perro, ese que parece no entender que tu cama no es su cama, empieza a comportarse como si supiera algo que tú no.
Todo comenzó un viernes cualquiera. Bueno, no cualquier viernes: el Black Friday. Ese día glorioso en que todos nos volvemos compradores compulsivos con alma de matemáticos, haciendo cuentas para ver si el 30% de descuento en un objeto inútil lo convierte mágicamente en indispensable. Y allí estaba yo, con mi filosofía relajada pero significativa, mirando ofertas en Amazon mientras mi perro me observaba con una mezcla entre desprecio y lástima.
¿Quién es el amo aquí?
Porque, seamos sinceros, el concepto de amo y mascota es más simbólico que real. Yo le doy de comer, le paseo, le recojo sus «regalos»… y él me observa desde el sofá como un emperador romano juzgando a un gladiador torpe. Con un leve suspiro de condescendencia, dejó caer su juguete mordido (que alguna vez fue mi zapatilla favorita) y se me acercó, despacio, con esa sabiduría entre sorbos de café que solo los perros pequeños con complejo de grandeza tienen.
Entonces lo vi. No al perro, no. Vi la notificación en la tablet. Una oferta: cámaras para mascotas. Con visión nocturna, audio bidireccional y notificación de movimientos. Básicamente, un Gran Hermano perruno. Y ahí lo entendí todo.
Mi perro sabía del Black Friday. Y estaba usándome para conseguir su propio juguetito espía.
TE PUEDE INTERESAR
El día que me pilló comiéndome el jamón
No me preguntéis cómo, pero terminé comprándola. El texto decía algo como “para ver cómo tu mascota está durante el día”. Pero lo que no decía es que mi mascota me vería a mí también. Me ha pillado haciendo cosas que preferiría olvidar. Comer jamón ibérico a escondidas. Echarle queso al pienso para que me quiera más. Y, lo más humillante, bailar reguetón cuando creo que nadie me ve.
Ahora, cada vez que me acerco a la cocina, la cámara emite un pitido y aparece su carita en la pantalla. Ladra, se queja, y si pudiera hablar, estoy convencido de que diría algo como:
“Tú te comes jamón y a mí me das pienso marca Hacendado. Eres lo peor.”
Enganchando neuronas con una historia de espionaje canino
Lo curioso es que, desde que instalé la cámara, mi perro se ha vuelto más listo. Ya no se mea en la alfombra (al menos no mientras está siendo grabado), y ha aprendido a mirar fijamente al objetivo, como si supiera que esa cosa es su herramienta de poder.
Y yo… bueno, yo empecé a tener conversaciones internas del tipo:
“¿Me estará observando ahora mismo?”
“¿Será esto lo que sienten los políticos cuando les pillan con sobres?”
La cámara, el hueso y la seducción mental
¿Y sabéis qué es lo más irónico de todo esto? Que al final… el perro tenía razón. Porque gracias a la cámara, me di cuenta de que se pasa el día solo, aburrido, mirándose las patas como si fueran tazas de Starbucks.
Ahora, cuando salgo, puedo hablarle por la cámara, ponerle música, y hasta lanzarle chuches con el dispensador (sí, hay cámaras que hacen eso, lo cual es una absoluta locura y una genialidad).
Y aquí estoy, escribiéndoos esto con la cámara encendida. Él me observa, tumbado, satisfecho, probablemente pensando:
“Mira qué bien redacta mi humano. Debe ser de esos que practican la seducción mental mientras escribe.”
Y tú, querido lector, si tienes un perro con cara de filósofo zen o un gato con actitud de CEO de empresa tecnológica… hazle un regalo en condiciones este Black Friday. No un jersey ridículo, ni otro peluche con forma de salchicha. Una cámara. Para que puedan seguir su plan maestro de dominación mundial.
Y si después de esto aún no te ha convencido… recuerda que incluso Bulgari empezó vendiendo relojes. Y mira ahora: lo petan. Pues lo mismo con tu mascota. Hoy cámara, mañana influencer.
¿Qué cámara para mascotas elegir?
Aquí tienes algunas opciones que a mi perro le han flipado (literalmente, ha intentado montar una tienda online con ellas):
- Cámara Furbo con dispensador de premios: ideal para perros con antojos y egos grandes.
- Eufy Pet: grabación continua, visión nocturna y calidad HD. Para mascotas que aspiran a ser directores de cine.
- Petcube Bites 2: compatible con Alexa, porque si tu perro va a dominar la casa, que lo haga con estilo.
¿Y tú? ¿Estás listo para que tu mascota controle tu vida con estilo? Descubre las mejores cámaras para mascotas y déjate vigilar por el amor peludo más adorable (y manipulador) que tienes en casa.
Haz clic aquí y elige la cámara que tu perro habría comprado en el Black Friday si tuviera dedos.
¡A UNA CARCAJADA DE DISTANCIA DE LA SIGUIENTE HISTORIA!
¿Viajar para olvidar o para recordar?